Sociología Obrera

jueves, 5 de abril de 2007

De la situación nacional a la importancia de la lucha ideológica: el pensar lo social desde la sociedad

Las relaciones dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones
materiales dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes
concebidas como ideas; por tanto las relaciones que hacen de una
determinada clase dominante son también las que confieren
el papel dominante a sus ideas
[1]

Mientras a nivel mundial parece ser que el llamado ‘fin de las ideologías’, sentado sobre la tesis de Fukuyama del fin de la historia con la ‘victoria total’ del capitalismo y al destrucción de todo metarelato emancipador comienza a ser refutado por la misma experiencia histórica manifestada en la acción de las masas y la génesis de proyectos reformistas, populistas, etc., que marcan nuevas contradicciones y tiempos en la lucha de clase, la clase dominante comienza a articular mecanismos de reacción y ‘blindaje’ de acuerdo a su hegemonía aún en el marco de su producción ideológica, ya que “los individuos que forman la clase dominante tienen también, entre otras cosas, la concia de ello (su dominio) y piensan en torno a ello; por eso, en cuanto dominan como clase y en cuanto determina todo el ámbito de una época histórica se comprende de suyo que lo hagan en toda su extensión y, por lo tanto, entre otras cosas, también como pensadores, como productores de ideas, que regulen la producción y distribución de las ideas de su tiempo; y que sus ideas sean, por ello mismo, las ideas dominantes de la época”[2].

El fenómeno que vivimos hoy en día está marcado por la reacción constante de la clase dominante-dirigente que, a través del estado y el instrumento de dominación que éste significa en un régimen capitalista, se prepara para un proceso de reafirmación de la ideología del consenso y de los mecanismos democráticos, contra los procesos de movilización y de expresión del ‘sentimiento’ anti-capitalista que se ha hecho sentir en las calles del país. Esto se traduce en esfuerzos políticos de ‘integración social de las minorías políticas’ reproducido en un precario esfuerzo por sumar a la izquierda del régimen, como lo es el Partido Comunista y el pacto Juntos Podemos, hacia un sistema trinominal que se enmarque como bastión de los ‘nuevos mecanismos de inclusión’.

Lo que ha significado éste rebrote esporádico en la lucha de clases a nivel nacional, pese a no significar la actuación central de la clase trabajadora, a mostrado el descontento de una parte significativa hacia el actual régimen político y, además, el avance de una juventud combativa con orientación a los métodos de acción directa y de protesta popular concentrada en un conjunto de organizaciones dispersas y fragmentadas a nivel político-ideológico, específicamente en el ámbito de las perspectivas estratégicas.

Sabiendo que los medios se dedicaron a perseguir o digamos difundir las acciones de las distintitas organizaciones políticas en las protestas del día 29 de marzo, más un trabajo de inteligencia masivo apostado en las calles de Santiago, confluyen un método de obtener información crucial en la lucha política contra los sectores activos en la hoy concreta resistencia popular. La pregunta de ¿Informar para qué o para quién? Se desenvuelve de la misma manera para quienes hoy buscan, a través de métodos distintos, el mismo objetivo específico: el blindaje político-ideológico del régimen frente a la amenaza latente de la conformación de un referente que agrupe la radicalización de los métodos de lucha en función de una política ‘popular’
[3].

El gobierno y la cartera de interior ven la situación desde una perspectiva política de cuestionamiento, no sólo al régimen político actual, sino a las bases de su contrato social democrático (asociado a la ideología normativa-jurídica), dando cuenta que no sólo representa un problema de la coalición política de turno en la moneda, sino que es un ‘problema’ del significado del Estado y la democracia burguesa para quienes sufren la marginalidad y la exclusión. Es decir, que las mismas bases del estado están siendo minadas y han éste fenómeno la clase burguesa y patronal debe articular una repsuesta a la sociedad.

De hecho la clase política lo ha asumido así, y ha comenzado una campaña pública de amedrentar, pro-represión instantánea en contra de las acciones de violencia política, reafirmando ideológicamente el presente histórico (con ‘las ventajas y el triunfo del capitalismo’ de fondo) como el bien e interés común que ningún modelo económico anterior puede cuestionar y menos significar una posibilidad histórica real y ‘democrática’
[4]. Esto cumple con la idea de “presentar su propio interés como el interés común de todos los miembros de la sociedad, es decir expresando esto mismo en términos ideales, a ideales, a imprimir sus ideas la forma de lo general, a presentar estas ideas como las únicos racionales y dotadas de vigencia absoluta”[5].

Esta acción es muestra del blindaje ideológico de la burguesía, ya que por un lado:

  1. Se reprime a quienes por el momento se saben estas dispersos como distintas fracciones políticas y no tienen un referente a nivel estratégico que asome como posibilidad histórica para las masas (ausencia de un partido revolucionario principalmente).
  2. Se trata de reprimir con la gente, abogando a las pautas normativas jurídicas más allá de la materialidad misma, sino que como parte de la reafirmación de una base social aún inactiva y pasiva en el desarrollo de la conciencia de clase, la cual a la vez representa aún un foco potencialmente revolucionario en el desarrollo de la fuerza social del proletariado y del pueblo pobre.
  3. Se utilizan todos los medios de comunicación para potenciar la ideología que atraviesa la estabilidad del régimen político, dedicando parte de la acción a difundir ‘los beneficios del estado benefactor’ (beneficios sociales, políticas públicas, etc.) y a ‘sancionar la época de la UP’ como referente de la experiencia política de las masas en su toma del poder[6].

Tras todo este complejo panorama de discusión ‘pública’, es la propiedad privada y las relaciones de propiedad son las que trastabillan al ser cuestionadas en el acto de sabotaje o frente a la reacción política contra capitales específicos (transnacionales), o de la misma apropiación individual (robo o saqueo) marcado en conjunto por una aureola o contexto de impunidad silenciosa frente a una clase política que requiere tranquilidad y seguridad para su inversión, de lo que ‘obviamente’ el estado se ha y debe preocuparse constantemente en base a la tasa de ganancia y la acumulación del capital.

Por ello hasta el momento ha significado un debilitamiento de la estabilidad económica, lo que aún no es cuantificable en el plano de inversión de capitales, pero que seguramente luego de una ola de protesta social como la que hemos vivido, signifiquen dos procesos que gradualmente comienzan a desarrollarse: por un lado identificación con la ideología amplia de crítica al modelo económico, de acuerdo a las condiciones materiales de existencia (los fenómenos de precarización laboral, regulación sindical, derechos de salud, educación, etc.), aprovechada y difundida por corrientes y organizaciones políticas de izquierda, acompañada de un foco de producción intelectual de una emergente intelectualidad de izquierda que además vaya ‘en defensa’ de estos proceso, imponiendo un método político y científico de análisis, siendo parte de la construcción de un debate político-social más amplio (en consideración de las mayorías sociales) con respecto a asumir una posición objetiva más decisiva e incluso clasista frente a los aspectos como la posibilidad histórica concreta de la transformación y el cambio social en sociedades modernas.

Por otro lado la potencialidad de una crisis internacional del país como asegurador directo de la síntesis algebraica inversión=ganancia, conllevando un clima de reducción del crecimiento económico, conllevando a una discusión de conjunto del régimen burgués de cómo subsistir como clase dominante y como volver a ser solvente financieramente. Aquí significaría para la clase gobernante volver a una lucha ideológica por el control de ‘lo lógico’ en función de un apoyo de masas, concentrándose en resucitar el ethos reaccionario del pensamiento democrático burgués.

Por el momento sabemos que estos conflictos están germinando en las bases materiales de la realidad social, que comienzan a ser fenómenos de discusión cotidiana, pero que más allá de sí involucran todo un proceso de desgaste y de agotamiento de la concertación como referente político, y de la Cámara de Producción y Comercio y del Banco Central como referentes económicos.

Aún realmente no sabemos a ciencia exacta como éste proceso puede desarrollarse, pero si sabemos que estamos en medio de un proceso de lucha ideológica entre la clase dominante y la clase dominada, con brotes significativos de reactivación que requieren nuestro más serio análisis y nuestra más alta energía revolucionaria.

Es por esto que me he decido a apoyar y respaldar esta iniciativa, planteada en ésta página por R., en pos de construcción de un referente ideológico, desde el ámbito cultural, en la expresión artística (literaria, plástica, etc.) que vaya en pos de una reconstrucción de un espectro de resistencia y avance político, pero que a la vez sea creadora de una perspectiva práctica de la producción, y expresión de las relaciones sociales de emancipación que requiere la clase trabajadora para cumplir sus objetivos históricos últimos como lo es la toma del poder a través de la revolución socialista y proletaria.


[1] Karl Marx- Friederich Engels. La ideología Alemana.
[2] Karl Marx- Friederich Engels. La ideología Alemana.
[3] Destacamos lo de popular por el carácter de la protesta que pese a significar una gran protesta ‘cuantitativamente, vemos que las falencias cualitativas a la hora de un programa de acción, de la ausencia de la toma del poder dentro de los objetivos y, obviamente, la ausencia de la clase trabajadora como articuladora central de la resistencia la hacen más susceptible a deformaciones y a espasmos populistas o anarquistas que a una verdadera manifestación revolucionaria. De hecho hasta fenómenos de éste tipo son fácilmente canalizables por la burguesía en situaciones de apremio o de subsistencia del régimen. Ver en éste sentido el movimiento piquetero y su inclusión en el régimen de Kishner en Argentina.
[4] Esto en el sentido de ‘lo democrático’ desde lo burgués. Como representación parlamentaria, coaliciones políticas pro-burguesas en la lucha por el poder, etc.
[5] Karl Marx- Friederich Engels. La ideología Alemana.
[6] Aquí debemos subrayar, para no caer en el oportunismo del populismo, que la Unidad Popular representó una política del frente Popular desarrollada por el estalinismo y que en su punto nodal estaba la idea de desarrollar frentes democratizadores, en conjunto con sectores de la pequeño-burguesías, lo cual hacía finalmente claudicar las exigencias del proletariado a las de las clases poseedoras.

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