Sociología Obrera

jueves, 29 de septiembre de 2005

El documento de acreditación de la carrera de Sociología

El pensar debe "intentar esclarecer los supuestos tanto materiales como intelectuales que habitualmente son aceptados sin discusión alguna, y que imprime fines humanos a todas aquellas relaciones cotidianas que son realizadas y justificadas casi ciegamente[1]"
Max Horkheimer
Me han dicho que las fortalezas de esta carrera son clasificables en dimensiones institucionales, estudiantiles, estructura organizacional, administrativa y financiera, integridad institucional, recursos humanos, efectividad del proceso de aprendizaje, etc. Estas han sido caracterizadas para adquirir un status necesario dentro del proceso de acreditación de forma meramente inconsciente e imprecisa. No sabemos si esto radica en el oportunismo, el ardid, la mentira o la simulación, o en un proceso incompleto, mediocre que aún se lleva acabo y que se a puesto prueba en forma intermitente frente a la reacción de los estudiantes. Sospechamos de la existencia de la última, ya que la primera se hace mucho mas fácil y cómoda para un proceso que no requiere mayor opinión e interrupción en la planificación centralizada.
Simplemente se ha manoseado y usurpado la realidad de la carrera de sociología en pos de una búsqueda de acogida en los planos del desarrollo institucional de la misma. Pero ¿a qué se deben estas mentiras? ¿Cómo se interpretan las mentiras emanadas de parte de una comisión de acreditación para seducir la inversión? Son preguntas que relucen a la hora de atribuir fortalezas y debilidades a una organización que, dadas sus mismas características, no puede atribuirse un rol definido, ya que este no esta determinado en la práctica, y una connotación de fortalecimiento inexistente en materia pedagógica-académica como en términos administrativos. Sinceramente se han realizado afirmaciones sin sopesar la gravedad de los enunciados, e implicando a los estudiantes como cómplices de un proceso participativo que no involucra sus expectativas, sino su legitimidad.
Podrimos descuartizar este texto en varias partes, y ver la presentación emitida desde distintos enfoques, pero las partes están hechas para ser comprendidas por y en la totalidad, así que es necesario comprender la formulación del documento desde una perspectiva que implique las simulaciones que se han llevado a cabo en función con las expectativas de la sociedad en su conjunto.
  • Sociología y sociedad

El trabajo discursivo realizado de parte de la comisión de acreditación, trata de demostrar a través de las supuestas fortalezas de la carrera que adquirimos un rol decidido con la sociedad, que somos un producto necesario y que tenemos una especificidad que nos es propia, y esta a la vez es valorada por el capital (llámese empresarios, empresas, etc.).

El dejar patente en el texto que la sociología tiene un entramado mercantil, lo supone como fortaleza que la hace fundamento esencial para la inversión en la carrera (cosa que no nos ha de extrañar, ni tampoco podemos decir que es ilógica en la política de mercado), pero lo que podemos extraer es que la carrera trata de posicionarse frente al mercado como una mercancía de calidad, un bien que satisface al mercado y que, por lo tanto, satisface a los consumidores. ¿Podemos presumir esto directamente? NO, es imposible y oportunista el acallar a los “consumidores” (o estudiantes) en pos de las decisiones de mercado.

El radicalizar la veneración a la carrera de sociología en torno a su compromiso social es burdo e inexistente en la práctica de ésta carrera. La responsabilidad social y el compromiso social son términos que provienen de la inversión privada y no tienen un aliciente demarcado en cuanto a la existencia de un fundamento teórico práctico de la existencia de la universidad en pos de la política social, sino que abre controversias acerca del verdadero “sentido” de la universidad y ha su demarcación conceptual. Esto es lo que sucede con la carrera.

Pero seamos más precisos ¿cuáles son nuestras fortalezas en torno a la relación sociedad/sociología? Proyectos! Se le vendrá a la mente a algunos el papel de intervención social de los ramos de laboratorio I, II; etc. Pero ¿Dónde realmente se encuentra la base de éste trabajo si no es en el sustento ético-moral que se encuentra inexistente en ésta carrera? Claro, todos diremos sí, muy de acuerdo, eso es lo que necesitamos, y llegamos al posicionamiento de la ausencia de una lógica humanista dentro de la educación, acusándola como una de nuestras debilidades. ¿Qué significa eso en realidad? La verdad me parece que no se forman humanos hace bastantes años en estas salas, y que la mecanización del conocimiento técnico está invadiendo las aulas. Incluso en el conocimiento sociológico.

Entonces ¿Cómo cohabitan el compromiso social y la ausencia de un proceso humano de formación profesional? En la carrera de Sociología, haciendo sociología de lo inerte, de los números, de los costos y beneficios, sin contar con la desaparición del sujeto. Es decir, buscamos lo irreconciliable por hacer un juego semántico que parezca agradable un proceso político que no se decide por, o privatizar la educación estatal o fortalecer su educación pública. Lo humano se pone como la antesala a un juego mediático y reconciliador en el proceso de formación democrática; es la intersección a la que aduce la opinión pública en general, pero que políticamente no es solventada por nadie.

Que me acribillen y me borren de la faz de la tierra los académicos, auxiliares y estudiantes, pero esta carrera se está construyendo en pos del beneficio privado y no del social, dentro de esta óptica no podemos hablar de compromiso social más que como instrumento de legitimación de currículum que se asocia al éxito de “sacar la carrera”. Eso no es compromiso social, es mezquina y burda aprovechamiento de la necesidad social del cual la acreditación se ha hecho parte. Esto es porque la universidad está organizada al igual que la economía para la acumulación y no para la distribución de amplia de bienes culturales, sino para su producción y acumulación por parte de una clase empresarial y de la nueva pequeña burguesía[2]. Esto nos abre paso a la siguiente discusión.

  • Malla curricular y sociología

Si me lo permiten seguiré con éste punto que en verdad es conflictivo en la formación y educación de los futuros sociólogos y sociólogas que cursan las aulas de la Universidad de la Frontera.

El dar por sentado que sostenemos un fortalecimiento en la malla curricular y no analizar los contenidos que específica esta malla, o al contrario haber destacado la estadística, la teoría sociológica y la intervención social nos parecen de carácter instrumental. ¿a qué me refiero con esto? A que la poca demarcación e incomprensión de los contenidos de las materias especificadas pueden conducir a amplias equivocaciones y mal interpretaciones de parte del lector, el cual en este momento se sitúa en la comprensión del estudiante egresado como un instrumento técnico del capital. Esto no es extraño, pero es necesario abordarlo desde las que parecen ser nuestras fortalezas en el área curricular.

No podemos decir que poseemos una fortaleza curricular, ya que vemos que la estructura de la malla no está llamada a obedecer a un patrón delineado y estructurado en función de un perfil de estudiante de sociología, sino que es el currículum del no perfil-perfil. Esto se interpreta como la necesidad de una opción pluralista de las ramas de la sociología, pero que a la vez muestra inconexión de la estructura curricular que no es entendible ante los ojos y comprensión de un estudiante de primer año. El conocimiento adquirido, y la conciencia de la existencia del no conocido, abre expectativas en los alumnos, y reflexiones que llegan a solicitar una reformulación de la malla. Pero ¿en que consiste esta transformación de la malla?

Sabemos que no solamente existentes presiones internas, sino que en cierto sentido las que priman en la reformulación de una malla son las externas. ¿Cómo es eso? Entendemos desde lo interno quienes atraviesan como sujetos educados y educadores en la producción y acumulación directa de conocimiento sociológico o de bienes culturales; mientras que lo externo es entendible desde las presiones del mercado y el estado (que son dispares, pero complementarias[3]), incluyendo la educación competitiva, los sistemas empresariales, la educación universitaria, el futurismo, la base cada vez más importante de las matemáticas y el desarrollo de los currículums científicos, etc. Todo esto y más anuncia el papel de la intervención estatal (a veces cubierto y otras muy claro) en al enseñanza, para intentar elevar al máximo la producción de agentes y conocimiento básico para una economía injusta[4]. Siempre desde la perspectiva de la exigencia de racionalización y democratización del sistema educativo, pero a la vez de una racionalización definida desde el sistema económico y de una democratización definida desde el sistema político que se contraponen y hacen que algunos actores políticos terminen siendo resignados al mundo de la utopía y de la violencia.

La forma en que seguimos destacando la labor del MECESUP en torno a la implementación de recursos materiales, infraestructura, etc. Para el desarrollo de las ciencias sociales, no hace más que demostrar que el proyecto de dar una formación que aglutine a los primeros años de cuatro carreras, responde a la homogeneidad con que se le desea situar a las ciencias sociales, evitando el trabajo específico en el desarrollo de la disciplina sociológica. He ahí la sociología del futurismo doctrinario en las ciencias sociales.

  • ¿Propósitos y metas institucionales?

Difícil cuestionamiento se debe superar en este punto, ya que se dirige principalmente a las características de la educación misma entregada y a las particularidades de la actividad pedagógica de acuerdo a metas institucionales que en la praxis no integran la conceptualización realizada por los estudiantes. A esto me refiero cuando se ve que la carrera de sociología llama a paro de actividades por alrededor de un mes, siendo este un proceso constante hace más de una década, entonces ¿cómo se puede decir que la carrera como tal comparte los objetivos y metas de la institucionalidad? ¿Es éste un error casual o una falta de análisis de las condiciones políticas en que se desarrolla la carrera?.

Una aseveración más seria resulta ser la afirmación de la existencia de quiebres en la forma en que la institucionalidad formula metas y la aceptación de la misma de los sujetos-actores, ya que de lo contrario estaríamos siendo inconsecuentes con los fenómenos de rebeldía que caracterizan a nuestra carrera y nuestra Facultad. Por ello el sostener un definición de carrera desde las metas institucionales no tiene real sentido, ya que si deseamos conceptualizar a la carrera como las relaciones formales existentes entre el sector burocrático administrativo y el gobierno central, no llegaremos a captar la composición real de la carrera (en sus tres estamentos), en su actividad académica, pedagógica y política.

Siempre debemos tener en cuenta que “sería imposible un pensar que trascendiera las formas dominantes de la actividad científica y, por ello, el horizonte de la sociedad actual. El pensar debería, antes bien, aceptar modestamente las tareas que le plantean las necesidades, siempre renovadas, de la administración y de la industria... Si estas tareas...son útiles a la humanidad en el momento histórico actual, o si la organización social que las engendra es adecuada para el hombre, he ahí preguntas que, a los ojos de estos filósofos... son materia de decisión personal, de valoración subjetiva; están subordinadas al gusto y al temperamento del individuo[5]". Y es a partir de éstas consideraciones que podemos relacionar objetivos y metas para el desarrollo científico crítico de la sociedad. Pero siempre considerando las concepciones de valoración de los actores, ya que sino la sociología se desenvuelve como aparato instrumental de dominación y reproducción de la miseria del mundo, sin lograr vincular un proyecto de mejoramiento e intervención social.

  • Académicos y sociología.

Este tema no es abordable desde una perspectiva desmenuzada de la realidad, por ello debe profundizarse en su relación conjunta con los estudiantes, pero primero veamos el informe de acreditación dela carrera de sociología en relación con los académicos.

Se dice que poseemos una fortaleza en términos académicos: ¿Quién lo dice? Los mismos profesores que realizaron la investigación. Veamos que dice la evaluación de docencia, pero obviamente nos vayamos a buscar el promedio general, ya que sabemos que existen buenísimos profesores y otros deficientes. Esto siempre dará por resultado un promedio intermedio: ni bueno, ni malo, ni mediocre ni alto, ni penoso ni merecedor de un reconocimiento a la calidad docente de nuestros académicos. NO, siempre mantendrá a los parásitos en la línea de incursión de la sangre humana.

Hay buenos profesores realizando éste informe, pero ¿Cuál es la idea de esconder u ocultar los resultados acerca de la calidad docente? Si se consta de la exigencia a los alumnos de tantos antecedentes en trabajos, tesis, etc. Para dar mayor consistencia a la investigación, ¿Por qué no se incorporan los resultados de la evaluación docente de los profesores de la carrera? ¿A quién ocultamos?

El tener malos resultados podría ser fatal para el proceso de acreditación. Claro, un concepto como calidad puede tener serias consecuencias cuando es violado por la mediocridad. Pese a las exigencias que soportamos los estudiantes frente a las evaluaciones de los profesores (las cuales pueden llegar a costar un año de carrera que equivale a $1.347.000 aprox.), las calificaciones emanadas por los alumnos no tienen ninguna influencia.

Luego se dirá que los estudiantes somos escuchados en nuestras demandas y necesidades. ¿Escuchados por quién? ¿En cuanto a decisiones o simplemente escuchados? ¿Se satisfacen las necesidades, y se cumplen las demandas? Escuchar una conversación es distinto a oír ruido en el ambiente.

Es bueno, en un proceso institucional como la acreditación sujetarse, en términos de calidad, a la certificación oficial, pero se debe recordar que los alumnos conocemos en la práctica el verdadero significado y la validez de estos títulos, ya que contemplamos día a día en la práctica pedagógica de nuestros académicos: los alumnos no juzgamos cartones.

  • Estudiantes de la carrera de Sociología: la farsa de la acreditación.

Se repite constantemente los encuestados. La sensación que queda es la falta de los resultados de la investigación (ya que suponemos que existe tal investigación), y ¿Quiénes fueron los encuestados? Suponemos que en esto se basa la opinión de que existe un perfil de la carrera de sociología en la UFRO, y que éste estaría delimitado y definido en la formación pedagógica, teórica y práctica. Debería yo entonces contrarrestar esa investigación con mi propia investigación (ya que desconfío seriamente de los resultados de la realizada por la comisión de acreditación de la carrera de sociología) acerca del real número de estudiantes que fue encuestado, acerca de sus respuestas, y de los criterios que se utilizaron para realizar esta encuesta.

El atreverse a realizar esta práctica, que luego será discursivamente utilizada como participativa, lo que hoy es utilizado como criterio proactivo en la fetichización de inversión, no es sostenible como acción sociológica. Lo que vemos aquí parece ser una definición de la calidad de los profesores a través de una “investigación” que, primero, no radique en la evaluación de docencia, segundo, que no radique en los reclamos constantes formulados desde el año pasado por los estudiantes en contra de la renovación de profesores (por su edad y por la forma obsoleta en que se encuentran con respecto al desarrollo del conocimiento y la práctica pedagógica), y la contratación de profesores de real calidad como don Ramón Gutiérrez; y tercero, una forma de sopesar las constantes criticas de parte de la institucionalidad a la calidad de docencia de los académicos de la carrera de sociología. Parece ser un escudo que no aguanta el peso de la realidad.

Es entendible la formulación acerca de las debilidades del estamento estudiantil en cuento a su organización, en estos momentos, pero no se debe transformar en absolutismo el generar un juicio sin discusión mayor y sin considerar el desarrollo histórico de la organización de la carrera. Es cierto que se atraviesa por un proceso de reestructuración, pero esto temporal (como todo, quizás). Así que el hablar de la falta de una organización estudiantil, de la falta de interés, sin conocer realmente el carácter de estos fenómenos es simplemente radicar en la simplicidad, lo que personalmente no me deja conforme.

Además de acuerdo a esta situación, los estudiantes también tuvimos voz en el proceso de acreditación el año anterior, dándome cuenta que la voz política que se manifestó a través de sus voceros no fue escuchada, y fue preferido la “Investigación” la cual es cuestionada hoy en día por mí persona en particular. Esto, porque como bien recuerdo, puntos como al calidad de la docencia fueron punto de divergencia y de criticas serias a la labor de profesores en la carrera, crítica que desborda los ríos de nuestra Facultad y habla de la burocracia académica, y todos los niveles de asociatividad existentes para la conformación de cofradías y círculos inexpugnables, pese a sus graves falencias en su desempeño laboral.

Me parece que los estudiantes no han sido respetados. Y soy un simple estudiante que lo dice, y que por su experiencia de vida en torno a estas discusiones, se da cuenta de que los estamentos no se han respetado en la conformación de este informe de acreditación: y que por ello mismo no puede existir un llamado proceso participativo que haya involucrado a los estudiantes en la definición como estamento de lo que considera son las falencias y fortalezas de la carrera de licenciatura en sociología. Me parece ridículo atribuirse éste poder desde la planificación centralizada que en estos momentos se desarrolla, y más que anda el proceso por el cual germina un arreglo discursivo de acuerdo a los tiempos de la exigencia inversionista: creo que un sociólogo se da cuenta de la estafa.

  • La solidez de las nubes y la debilidad del acero.

Dejando en claro que este proceso se ha desarrollado a través de una comisión dedicada a la auto-evaluación de la carrera, en donde como sugerencia se invita al estudiantado y al estamento a ser parte de un plan de mejoramiento de la carrera, dando por sentada sus decisiones y resultados, por lo que se asumen sus consideraciones como correctas y legitimas, no existiendo el proceso crítico a que debe apelarse en estas instancias para encontrar de forma más reflexiva la solidez y debilidad de un objeto de pensamiento. Es más el proceso crítico se buscó evitar en la identificación de las fortalezas (que realmente existen y deben ser buscadas con rigurosidad y discusión) y debilidades que, siendo serias, pero mejorables, se han tratado de disfrazar, y de asumir como las fortalezas que presenta nuestra carrera. Creo que debemos empezar a definir que representa y que es la carrera de licenciatura en sociología desde un pensamiento crítico, reflexivo y constructivo.

Definir sociología invita a un trabajo amplio de cada uno de los actores, y es más invita al compromiso de generar un avance en el desarrollo de la disciplina en pos de una mejor sociedad. Desde esta perspectiva podemos definir mejores sociedades como tantos sujetos existen, o podemos hablar de conceptos como clases, partidos, etc. Para tratar de identificar criterios de definición. A la idea que deseo llegar es que el hacer sociología y el mismo concepto tipo de sociología ha sido durante años (desde el positivismo en adelante) relativizada en su objeto, método, fin, etc. de análisis, por lo que nos encontramos ante un proceso discursivo potencial en nuestra misma carrera para el desarrollo de éste tema. El evitar esta discusión no puede ser nunca catalogada como un logro.

El considerar esta postura dialógica y crítica en el definir la carrera implica sumar a los tres estamentos, y aún más, ya que al ser la UFRO una universidad pública estatal las consideraciones quedan a una mayor amplitud de la esfera pública y, en consecuencia, de la opinión pública en cuanto a la estructuración de las prácticas estructurantes de la enseñanza y su relación con el desarrollo de la nación en conjunto, y particularmente de la sociedad civil. Esto no está en los libros está allá afuera de las paredes de la Universidad, aunque lo podemos encontrar dentro de la comodidad de nuestros hogares y centros familiares o en las dimensiones aún no afectadas por el conocimiento sociológico como tal.

Lo que queda a la vista es que se quiere construir una carrera sobre pilares de nubes. Esto porque se decide obviar la discusión que abunda en el fundamento crítico de la conceptualización que tienen los estudiantes de la educación. Esto implica la crítica a la educación como mercancía y a su antitesis de la educación como derecho. Sobrellevar esta discusión implica poner sobre la mesa amplitud de ópticas en la conformación de un proyecto de carrera, y a la vez a encontrar diferentes falencias y fortalezas para el sujeto acerca de la constitución de la carrera de sociología. Si lo vemos así, la carrera, como la educación, es una materia y objeto de polémica en la indeterminación de la realidad cotidiana.

El reconocer esto es además asumir una perspectiva frente a la sociología, ya que sabemos que la evaluación siempre se compone de instrumentos que pueden dar un carácter integrador-participativo o centralizador-desvinculante, es por ello que aparecen contradicciones entre la teoría académica y la práctica evaluativa. En consideración a ello, tenemos en frente una forma de “hacer sociología” y de “ver la sociología”.

La debilidad de ésta forma de sociología ha sido abordada en amplias cátedra que implican las consecuencias de un proceso evaluativo de carácter centralizado, sin inclusión de los agentes participantes, por lo que se produce una contradicción en el discurso del académico, el cual exige a sus alumnos modelos participativos de evaluación, pero a la vez recurre a su antítesis para consolidar su óptica a través del lenguaje científico.

Además es necesario sumar las debilidades de los alumnos. Estas no son recogidas, sino que los estudiantes se encuentran enaltecidos en el proceso de aprendizaje sin reconocer la mediocridad que ronda las aulas, los problemas de alcoholismo y drogadicción, la inasistencia, etc. Puntos que no han sido abordados y de mejor forma pueden contribuir a la mejora y perfeccionamiento concreto-humano de la carrera. El formar a personas involucra llegar a estos puntos de la vida privada que en cierta forma son parte de la vida cotidiana de un sociólogo. El no llegar a percibir, ni a interactuar con ésta parte del alumno puede calificarse como un fracaso rotundo en hacer sociología pedagógica en pos de la sociedad. Se debe adquirir la formación de perfectibilidad del alumno a través de su propio aprendizaje.

Creo que es hora de seriedad. El plantear la evaluación de ésta forma deja abierta una maraña de resquemores. Lo importante es sanarlos a través de la comunicación horizontal que se puede desarrollar en el cambio de malla curricular, en donde una discusión acerca del rol del sociólogo y la sociología deben estar presentes. Para esta discusión y cambio de malla curricular, los estudiantes no se deben encontrarse como datos para el cambio, ni tampoco como citas dignas de un análisis del discurso.

Los estudiantes deben ser considerados como parte de ésta carrera por lo que deben tener la misma incidencia en el cambio curricular que cualquier otro estamento, produciéndose una comunicación horizontal entre los agentes para la conformación de un proyecto de carrera fundado en un proceso democrático, racional, y dialógico, exigencia que hoy se hace patente en esta carta.

Se despide atentamente Dasten Julián

15297898701

[1] M. Horkheimer, Teoría Crítica, traducción E. Albizu y C. Luis, Amorrortu, Buenos Aires, 1974; pp.272-289.

[2] Michel W. Apple. Educación y Poder. Temas de Educación. Piados/M.E.C. Buenos Aires. Argentina. Pág. 71.

[3] No podemos profundizar aquí el tema, pero recomendamos leer a Michel W. Apple. Educación y Poder. Temas de Educación. Piados/M.E.C. Buenos Aires. Argentina. Capítulo Conocimiento Técnico, Discrepancia y estado: la acomodación de la cultura, Apartado El papel del Estado. Pág. 67-74.

[4] Michel W. Apple. Educación y Poder. Temas de Educación. Piados/M.E.C. Buenos Aires. Argentina. Capítulo Conocimiento Técnico, Discrepancia y estado: la acomodación de la cultura, Apartado El papel del Estado. Pág. 70.

[5] M. Horkheimer, Teoría Crítica, traducción E. Albizu y C. Luis, Amorrortu, Buenos Aires, 1974; pp.280.