Sociología Obrera

martes, 30 de octubre de 2007

El trabajo infantil. Una mirada de la realidad en Chile y la Araucanía


El trabajo infantil es un fenómeno global de proporciones masivasen las sociedades capitalistas e incluso (y con mayor número) en las llamadas economías de subsistencia.e La OIT estima que, alrededor del mundo y especialmente en los países en vías de desarrollo, unos 250 millones de niños entre los 5 y los 14 años de edad trabajan en una o más actividades económicamente productivas, remuneradas o no. Algunos trabajan con sus familias; otros buscan patronos afuera del núcleo familiar, quienes pueden ser parientes o no; otros laboran como trabajadores independientes. Aunque no se ha estimado oficialmente, el número de niños y niñas –particularmente entre los 7 y los 14 años de edad - que llevan a cabo tareas de índole doméstica en las viviendas de sus padres o abuelos puede ser considerable; estimándose mayor porcentaje de niñas (OIT & UNICEF. 2000).

Lentamente se fue desarrollando una óptica que considera el trabajo infantil como una práctica que ocasiona un perjuicio gigantesco a niños y niñas, a sus comunidades de origen y en definitiva a la sociedad que las contiene. Además, hoy se reconoce la existencia de Peores Formas de Trabajo Infantil (en adelante PFTI), cuya característica distintiva es que atentan más profundamente contra las opciones de desarrollo físico, psicológico, intelectual, espiritual, moral y social de los niños, niñas y adolescentes involucrados y que fueron precisadas por el Convenio 182 de la OIT, promulgado en 1999.

En Latinoamérica hay 106 millones de jóvenes: 10 millones están desempleados y 30 millones trabajan en la economía informal o en condiciones precarias. La población entre los 0 y 17 años alcanza los 244.815.978 millones, o sea un 45,4% de la población total latinoamericana, la cual asciende a los 538.776.423, mientras que el 44% de la población total, o sea 221 millones viven en condiciones de pobreza (CEPAL, 2004). En este contexto es en que trabajan 19.700.000 niños y niñas entre 5 y 17 años de edad (IPEC. 2003). Las principales características de sus trabajos están dadas por la informalidad y, por tanto, la precariedad de las remuneraciones la desprotección en términos de seguridad social y salud, entre otras.

En Chile existen 3.612.723 niños, niñas y adolescentes entre 5 y 17. De ellos un 5,4% trabaja[1], lo que equivale a aproximadamente a 197 mil niños, niñas y adolescentes. De estos, 107.676 realizan labores que se encuentran consideradas como trabajo inaceptable, de ellos y ellas 68 mil son menores de 15 años. El resto, o sea 88.428 niños, niñas y adolescentes entre 12 y 17 años, realiza trabajo bajo condiciones aceptables[2].

En este contexto es que “el Estado chileno adopta el compromiso de desarrollar las acciones necesarias para prevenir y erradicar progresivamente el trabajo de los niños, niñas y adolescentes en el país mediante acciones inmediatas, a mediano y largo plazo, según las prioridades establecidas a nivel central, regional y local” (MINTRAB. 2001). De hecho aunque el problema del trabajo infantil ha sido un problema histórico en las sociedades moderno/capitalistas, sólo hoy en día, o más bien desde la firma del primer convenio que establece las condiciones mínimas de trabajo, o sea el convenio 138, firmado el año 1973, que establece los las edades mínimas de trabajo en 14 y 15 años para países cuyas economías y medios de educación estén insuficientemente desarrolladas, en cualquier caso la edad debe ser coincidente con aquella en que termina la educación obligatoria.

En base a las estadísticas podemos comprobar que con la globalización la desigualdad y la pobreza han ido ganando terreno[3]. Por eso, no debería resultar extraño ir un paso más allá y sugerir, como muchos han hecho, que “este fenómeno provoca un aumento del trabajo infantil. Si la globalización implica 1. más pobreza, 2. una mayor descentralización de la producción con mano de obra más flexible (industrias caseras) y 3. suministro de mano de obra barata para la exportación, entonces es de esperar que ascienda la tasa de trabajo infantil”. (G.K. LIETEN, 2003). Esto más cuando “el trabajo de niños, niñas y adolescentes surge generalmente como una estrategia de las familias más necesitadas para lograr un aporte adicional de ingresos a sus hogares. Los niños y niñas reemplazan a los padres en las labores”.

Así como todos los países que conocen las características propias de sus economías en términos de venta de fuerza de trabajo y de condiciones laborales (sindicalización, seguridad, contractual, etc.) tienen presentes el fenómeno del trabajo infantil como un tema emergente y que debe ser considerado en función no sólo de las perspectivas del infante o en la Convención de los Derechos del Niño, sino de toda la sociedad y principalmente del asalariado adulto que encuentra un sustituto en la venta de fuerza de trabajo precarizada y a menor costo como lo es la del niño, o como complemento a su ya desvalorizado trabajo, ya que “desde la perspectiva de la equidad, sostener la inversión en niñez y adolescencia, puede y debe garantizar la estabilidad política, competitividad económica, e integración social”[4].

Así es como en prácticamente todos los países se recolectan cada vez más estadísticas nacionales sobre la población y la fuerza laboral por medio de censos y encuestas laborales, pero dichos datos no existen o están incompletos cuando se trata de los niños trabajadores ya que estas metodologías tradicionales de encuesta no son apropiadas para cubrir a los niños en edad escolar, cuyas actividades son en gran parte “invisibles” u “ocultas”. (OIT & UNICEF. 2000). En Chile se encuentra la experiencia concreta de la Encuesta aplicada por el INE el año 2004, la cual ha recogido los datos antes señalados, pero que a la vez, a parte de señalar un precedente importante en la materia de investigación, abre un nuevo campo de intervención que debe ser desarrollado por los actores sociales, sindicatos, académicos, científicos sociales, la sociedad civil, etc., en función de avanzar en el proceso de erradicación de acuerdo a las condiciones objetivas ya existentes, de manera de “en el 2010 niños, niñas y adolescentes tengan sus derechos fundamentales debidamente resguardados y garantizados, generando las bases para construir una cultura de promoción, respeto y protección de sus derechos fundamentales” (ACHNU. 2005).

Frente a las condiciones antes expresadas que se resumen en una significativa población de niños en actividades laborales, no tan sólo en nuestra región, sino que en todo el mundo, por lo que marca una tendencia mundial de la economía, es que se hace imperativo estudiar las condiciones de reproducción de éste fenómeno, sus características como actividad propia y desarrollada por los agentes económicos, las series de motivaciones subjetivas relacionadas con el desarrollo del fenómeno objetivo de incorporación de fuerza de trabajo joven a la producción, más cuando se continúa una discusión desde los actores políticos y económicos que tematizan las variables del trabajo en la actualidad, en función de nuevos mecanismos de flexibilización laboral, los cuales incluyen, como ya han señalado explícitamente algunos miembros del recientemente formado Consejo de la Equidad social, una flexibilización a las condiciones laborales de la juventud trabajadora del país.

Así es como para conocer y trabajar un tema que no se ha explorado en profundidad en la región y en el conjunto de todo Chile, es que organismos como la UNICEF y la OIT proponen métodos de investigación como la Evaluación rápida que consiste primordialmente en “una metodología de investigación que usa varias estrategias de recolección de datos con el fin de lograr la comprensión de una realidad o situación social específica en un contexto sociocultural particular”. (OIT & UNICEF. 2000).

Tomando en cuenta la preferencia y mayor urgencia que tiene estudiar las condiciones de trabajo inaceptable las cuales se refieren a aquel que vulnera los derechos esenciales de los niños, niñas y adolescentes, amenazando su acceso y permanencia en la educación, el descanso y la recreación, además de poner en riesgo su normal desarrollo psicológico y social. Dentro de esta definición se incluyen el trabajo de niños y niñas de 11 años y menos; el trabajo de niños y niñas entre 12 y 14 que no estudien; el trabajo de niños y niñas entre 12 y 14 años que implique más de 14 horas laborales a la semana; el trabajo de adolescentes entre 15 y 17 que implica no asistencia a la escuela y cuya jornada excede las 21 horas semanales; el trabajo en la calle; el trabajo nocturno; y el trabajo ilegal (adolescentes que trabajan más horas que las permitidas legalmente, es decir, más de 49 horas) (ACHNU. 2005). La contradicción se encuentra presente desde el punto de vista de la Legislación Chilena en comparación a la Internacional, ya que en Chile los niños y niñas no pueden ser obligados a trabajar. La ley N° 19.684 sólo permite el trabajo de los adolescentes entre 15 y 18 años si cumplen estos requisitos:

  • Autorización escrita de sus padres o tutores.
  • Contrato de trabajo y remuneración legal.
  • En jornadas diurnas no superiores a 8 horas.
  • En labores livianas que no afecten su salud, seguridad o moralidad.
  • No podrán realizar trabajos mineros subterráneos ni en lugares que vendan alcohol.
  • Entre 15 y 16 años deben también certificar la asistencia a la escuela.

De esta forma se deja en el Código del Trabajo la prohibición al trabajo de niños menores de 15 años. Por lo tanto, si lo hacen, lo realizan en forma ilegal (excepto en la situación especial de niños que pueden ser autorizados a trabajar en teatro, cine, televisión o actividades similares).

La investigación se centra en recoger experiencias concretas y empíricas de trabajo infantil en Temuco de forma de sintetizar un material investigativo exploratorio que permita el desarrollo de experiencias así en las principales ciudades del país, y segundo concretar el filme de un video que pueda graficar y explicitar el trabajo de campo (con los relatos orales, entrevistas, fuentes, etc.) y los resultados de la investigación, de manera de dar a conocer los resultados de estas investigaciones más allá de la academia, ya que su difusión es todavía muy limitada y la sociedad actual demanda cada vez más y mejores opciones de acceso al conocimiento, especialmente si estamos hablando desde el marco de una política de prevención y difusión de los derechos de los niños y de contribuir de forma práctica al Sistema de Registro Único e Intervención de las Peores Formas de Trabajo Infantil[5].

Si tomamos en cuenta que la IX región fue una de las regiones muestra con mayor representatividad[6] en la aplicación de la Encuesta Nacional sobre actividades de niños y adolescentes en Chile (MINTRAB – OIT – INE, 2004) y que de hecho, el 2006, según cifras del Conace, los niños en situación de calle en Temuco son 101 (11 de ellos pernoctan en la calle y el resto permanece a algún programa público), incluyendo allí las formas de trabajo infantil inaceptable, es que vemos que existen serios problemas en la ciudad frente al tema del trabajo infantil y más aún a sus peores formas de trabajo infantil.

Esto se hace aún más latente cuando incorporamos las estadísticas regionales de Distribución del trabajo de los niños, niñas y adolescentes (OIT. 2004), donde la situación de la Araucanía parece mostrar cifras realmente preocupantes, como lo muestra el Cuadro Nº 1:

Cuadro Nº 1. Distribución del trabajo de los niños, niñas y adolescentes en al región de la Araucanía[7]

Región de la Araucanía


Trabajo inaceptable

Quehaceres en el propio Hogar

Peores Formas de Trabajo Infantil

8.766

5.829

36

Tasa*

4.1

2.7


Tasa* sobre el total de niños, niñas y adolescentes de 5 a 17 años de la región

Es decir, en la Región de la Araucanía existen 8.766 casos de trabajo infantil inaceptables, las cuales son repartidas a nivel nacional entre las categorías señaladas en el Cuadro Nº 2:

Cuadro Nº 2. radiografía del trabajo inaceptable[8]

Es decir en la región de la Araucanía se nos presenta un 8,14% de los casos de trabajo inaceptable en el país. A ello se agrega que considerando el sistema de registro de las peores formas de trabajo infantil (Cuadro Nº 3) y sus resultados los cuales señalan que existen 715 casos detectados a nivel nacional, siendo los 36 casos presentes en la Araucanía, si que obviamente no se han sumado otros, a un 5,03% de los casos.

Cuadro Nº 3. radiografía de las peores formas de trabajo infantil[9]

A partir de esto y tomando en cuenta además de que gracias a la síntesis y conclusiones elaboradas a partir de los resultados cuantitativos obtenidos de la Encuesta Nacional sobre actividades de niños y adolescentes en Chile. (MINTRAB – OIT – INE. 2004) en el. Diagnóstico Nacional Trabajo Infantil y adolescente Resumen Ejecutivo (OIT. 2004), podemos decir que de mantenerse tendencias y fenómenos macrosociales como los son la pobreza, la precarización del trabajo, el desempleo y otros fenómenos o distorsiones del modelo económico y político en el que vivimos la tendencia al desarrollo de práctcias de trabajo infantil, como inaceptable y/u aceptable, se harán y se hacen parte de la cotidianidad y de la relación entre los agentes económicos.

Por ello es que en función de revertir de forma paliativa y preventiva, sin pretender una cambio general de la situación del trabajo infantil, ya que no sólo no se encuentra a nuestro alcance, sino que atraviesa una serie de decisiones del sistema político y de los actores económicos, es que aceptamos el compromiso de investigar y desarrollar el estudio del trabajo infantil, pero eso sí, abordándolo como un tema integrado/integral a la sociedad en que vivimos y como un fenómeno que es parte de la reproducción de una sociedad concreta y específica como la nuestra.

El marxismo y el trabajo infantil. Una tarea para la política sindical y obrera.

La creciente vulnerabilidad de los países es lo que está en juego en el proceso de globalización, fenómeno que por definición significa la imposición de un “mercado libre” dominado por conglomerados

Los aspectos de la globalización como la disciplina de mercado internacional, la polarización dentro y entre los países, el retroceso del estado, la vunerabilidad agudizada, la privatización de los sistemas de educación, la reducción de las subvenciones para los pobres, etc., han creado unas condiciones en las cuales el trabajo infantil se puede convertir en una estrategia para sobrevivir y en las cuales las instituciones de gobierno carecen de medios para erradicar tales prácticas abusivas. Los recortes en servicios sociales básicos influyen directamente en la decisión de escolarizar a los hijos o no.

El Capital se instala siempre donde cuesta menos producir sus mercancías y la actual crisis económica a nivel mundial ha evidenciado mayormente la tendencia progresiva a la disminución de la tasa general de ganancia que lleva al capital a la búsqueda continua de contramedidas para aumentar el grado de explotación del trabajo; la apropiación del plustrabajo y de la plusvalía aumentan sobre todo a través de la prolongación de la jornada de trabajo, de la intensificación del trabajo y de la reducción general de los salarios mediante la utilización de la fuerza de trabajo de precio inferior de los países en vías de desarrollo y, donde es posible, de la fuerza de trabajo infantil. Todos los actuales informes de la prensa oficial denuncian en todo momento la confirmación de la validez total de la teoría marxista: «Salarios por debajo del nivel de subsistencia, horarios imposibles, explotación de los menores, clima de terror y represión de la sindicación como historias de ordinaria vergüenza» (MARX, CARLOS. 1974).

Hay que recordar las características que ha asumido el mismo trabajo y la relación salarial en los procesos de precarización y flexibilización laboral, debido a las políticas de “ajuste estructural” que exigía el FMI en el comienzo del ciclo neoliberal, las cuales dañaban tanto a trabajadores como a la gente pobre, en general a través de alguno de sus múltiples efectos y en consecuencia podría afectar directamente a los niños de las familias con mayor riesgo social y en condición de pobreza.

Los despidos en masa en el sector público (reducción de funcionarios) es uno de los citados ajustes. Por otro lado, la contracción del sector formal se asocia con una presunta informalización de la economía, en la cual la mano de obra se ha convertido en tema de negociación individual al margen de la economía, carente además de un poder compensatorio colectivo. Esto ah sido parte del proceso de la tendencia a la baja de la tasa de ganancia que ha hecho al empresariado mundial a comenzar reajustes salariales que estén en relación con la extracción de mayor plusvalor en el seno de la producción. Esto implica asimismo la congelación de los salarios y la marginación de los sindicatos, prácticas conocidas bajo nombres tan atractivos como “flexibilidad del mercado laboral” y “temporalización” e “informalización” de la mano de obra. La pérdida del poder compensatorio implica que el sindicato, ferviente luchador en contra del trabajo infantil y a favor de salarios justos para las familias, pierde terreno.

Siguiendo a Marx en la relación salarial con la economía capitalista podemos decir que:

«El valor de la fuerza de trabajo se determina por el tiempo de trabajo necesario no sólo para mantener al obrero adulto individual, sino también por lo necesario para el mantenimiento de la familia del obrero. Las máquinas, lanzando al mercado de trabajo a todos los miembros de la familia obrera, distribuyen sobre toda la familia el valor de la fuerza-trabajo de éste último. La adquisición por la familia fraccionada, por ejemplo de cuatro fuerzas-trabajo cuesta quizás más de cuanto costase antes la mercancía fuerza de trabajo del jefe de familia pero a cambio se tienen ahora cuatro jornadas de trabajo en lugar de una, y su precio disminuye en proporción a la excedencia de plusvalor de los cuatro sobre el plusvalor de uno. Entonces, para que una sola familia pueda vivir, cuatro personas deben proporcionar al capital no solo trabajo, sino plusvalor. Así, las máquinas amplían desde el principio también e/grado de explotación junto al material humano de explotación que es el campo más propio de explotación del capital.» (El Capital, I, cap. 13).

Aún así, las estadísticas de la OIT indican una reducción del trabajo infantil a nivel global. La cifra de niños trabajadores en 1995 se situaba en 250.000 con una participación laboral del 24,70%; en el año 2000 esta cifra, sin contar a los países en transición o industrializados, retrocedió a 210.000 trabajadores con un porcentaje del 20,2%. Como bien apunta la OIT, ambas cifras no se pueden comparar estrictamente por dos motivos. Las fuentes de ambas estimaciones varían ampliamente y los métodos de extrapolación, basados en ejemplos, también han cambiado (OIT 2002: 19).




[1] Según cifras del Ministerio del Trabajo-OIT, en “Trabajo infantil y adolescente en cifras. Síntesis de la primera encuesta nacional y registro de sus peores formas”. 2004. Recordamos tomar en cuenta en este sentido la definición del Ministerio de Trabajo a partir del INE y la categoría de ocupados ya señalada anteriormente.

[2] Esta distinción entre trabajo aceptable y trabajo inaceptable tiene que ver con las condiciones del trabajo que se realiza y las implicaciones que ellas conllevan en el desarrollo físico, social y psicológico del infante; son categorías definidas por la Oficina Internacional del Trabajo-OIT, y son adoptadas por el Estado de Chile. Esta definición se encuentra plasmada explícitamente en la misma Encuesta “Trabajo infantil y adolescente en cifras. Síntesis de la primera encuesta nacional y registro de sus peores formas”. 2004

[3] Se calcula por ejemplo que en 1980, 118 millones de personas vivían en nueve países donde el PIB mostraba una tendencia decreciente. En 1998 esto sucedía en 60 países afectando a 1,3 billones de personas. El crecimiento medio se ha reducido en todas partes desde que empezó la globalización, en particular en los países en desarrollo. La desigualdad social se ha extendido drásticamente a nivel mundial, tanto que los 50 millones de personas más ricas en el mundo ganan lo mismo que los 2,7 billones de pobres que existen. La desigualdad de ingresos se acentuó en 33 de los 66 países en desarrollo (citado en Went en base a la distribución de los salarios, 2003)

[4] Frans Röselaers, Director IPEC, Programa InFocus de la OIT. En el Prólogo al Plan de Prevención y Erradicación del trabajo infantil y adolescente. 2001.

[5] Este sistema registra y consolida información de niños, niñas y adolescentes involucrados en peores formas de trabajo infantil para interrumpir la actividad y proteger sus derechos. Esta orientación permite que la red del Sename actúe en los ámbitos locales para contactar a los niños y niñas, evaluar su situación de vulnerabilidad y coordinar acciones con otros actores para la intervención buscando así cambios en sus proyectos de vida y en la forma de obtener recursos que muchas veces están orientados al apoyo de sus familias. (OIT & SENAME. 2007)

[6] Con un número de 1217 observaciones. (INE, 2004)

[7] Datos obtenidos del OIT (2004) Trabajo Infantil y adolescente. Diagnóstico Nacional. Resumen Ejecutivo. Santiago, Oficina Internacional del Trabajo. ISBN 92-2-316378-1 (versión impresa).

[8] Cuadro obtenido de OIT (2004) Trabajo Infantil y adolescente. Diagnóstico Nacional. Resumen Ejecutivo. Santiago, Oficina Internacional del Trabajo. ISBN 92-2-316378-1 (versión impresa). Pág. 16.

[9] Cuadro obtenido de OIT (2004) Trabajo Infantil y adolescente. Diagnóstico Nacional. Resumen Ejecutivo. Santiago, Oficina Internacional del Trabajo. ISBN 92-2-316378-1 (versión impresa). Pág. 18.

[10] La debilitación de los gobiernos en los países del Tercer Mundo está ocasionada, directa e indirectamente, por el consenso de Washington que apunta a una liberalización de la economía y a un papel principal de los mercados. El FMI impuso esta política a los gobiernos del Tercer Mundo, estuvieran dispuestos a ello o no.

[11] Para estas discusiones recomendamos leer a HOEHN, MAREK. (2005) Reestructuración económica y cambio de la conducta política en América Latina. ponencia en el seminario “Por un país con justicia”, organizado por ESOPO y Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Santiago Agosto 2005; Y el trabajo de Dasten Julián para su tesis doctoral en Sociología del Trabajo en la Universidad de Jena, Alemania titulado Una perspectiva de las dolencias latinoamericanas en el contexto de la producción mundial: Una apertura a las transformaciones del mundo del trabajo en Chile. Disponible impreso en Departamento de Cooperación Internacional. Universidad de la Frontera. 2007.

[12] Recordemos que según la OIT, el trabajo infantil comprende tres tipos de niños: aquellos entre 5 y 11 años económicamente activos, niños entre 12 y 14 años asimismo económicamente activos sin contar aquellos que trabajan menos de 14 horas a la semana y finalmente niños entre 15 y 17 años que realizan trabajos peligrosos.

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