ARAUCO, LOS MÁRTIRES DE HOY DE LA CLASE OBRERA.
La muerte de Rodrigo Cisternas significó un remesón político y social frente al significado de la política de la concertación hacia los trabajadores. Si bien parecía ser que éste era un hecho aislado en la práctica política del gobierno, resultaba ser que en la política de Estado en la historia de Chile ha estado plagada de asesinatos y matanzas obreras en pos de reprimir, detener y contener los avances de la clase trabajadora.
Pero no podemos decir que la muerte de Rodrigo significa un ‘hecho aislado’ sin precedente en el gobierno de la Concertación, ya que la muerte tiene muchas caras, tal como la política del gobierno que, en definitiva, se desarrolla en distintos niveles de intervención y reafirmación de su condición de poder y de hegemonía de clases. Uno que parece estar olvidado es el de las condiciones de trabajo de los obreros en el país y que ya ha generado cientos de accidentes que han significado la muerte para muchos trabajadores.
En Chile el proyecto político y económico del neoliberalismo ha dejado sus huellas. Cuando se aplica en 1981 el modelo ajuste estructural desarrollado por los Chicago Boys, implicaba dentro del mercado de trabajo un diseño coincidente con una política económica de apertura comercial unilateral y potenciación de los sectores exportadores de materia prima, complementada con una estrategia generadora de empleo basada en el uso intensivo de mano de obra poco calificada y barata. Para ello fue preciso aplicar un intenso ajuste legislativo que implicó liberar de regulación las modalidades de contratación laboral, el despido, las condiciones de trabajo y a la vez restringir severamente el ejercicio de la libertad sindical y la negociación colectiva.
El retroceso político sufrido en materia sindical en los años de dictadura, parte de la derrota histórica de la clase trabajadora sufrida con el golpe del estado del 73’, lo que deja un espacio político abierto a la dictadura militar para ya en 1979, el fenómeno de la precariedad laboral tome cuerpo a raíz del Plan Laboral, elaborado por el entonces Ministro de Trabajo de la dictadura, José Piñera, el cual flexibliza y desregula una serie de normas establecidas a lo largo de medio siglo y cuyo objetivo era proteger a los trabajadores en sus relaciones laborales. Hoy en día observamos que, no sólo en Chile, fueron eliminadas prácticamente todas las conquistas del movimiento obrero en materia laboral y que ni siquiera la lenta recomposición de las fuerzas de la clase trabajadora en su sustrato subjetivo, con fin de desempeñar procesos más álgidos de exigencia de sus derechos sociales frente a las contradicciones del modo de producción capitalista y a la radicalización de la precarización laboral en el país han surtido un efecto significativo en el cambio de la dinámica impuesta ya en dictadura.
Esto finalmente ha significado que la misma clase trabajadora aún no tenga la experiencia política/práctica necesaria, ni la fuerza, tejida socialmente, para avanzar en un cuestionamiento más profundo a las raíces de la explotación, lo que por el momento significa avances controlados, pero que en su seno de luchas corporativas llevan el germen del cuestionamiento anti-capitalista. De hecho esta debilidad que hoy vive la clase trabajadora debe entenderse así como causa y efecto a la vez de un proceso social de conjunto que se desarrolla, en donde los trabajadores aún no pueden cuestionar de lleno éste modelo y a la vez sigan siendo pasados a llevar por prácticas que atentan contra sus intereses y su propia existencia vital.
En marzo, por ejemplo, la Nación del día 20 de marzo titula en uno de sus artículos “El marzo negro de los obreros”, tras la muerte de Mauricio Rodríguez (31) el obrero de la construcción que perdió la vida el martes 13 de marzo, mientras trabajaba en una obra de calle Dublé Almeyda, en Nuñoa. Un accidente que además dejó serias lesiones a su compañero de labores Manuel Carileo (25), quien se recuperó en el Hospital del Trabajador. Esto se sumaba a la muerte de Rodolfo González el 6 de marzo pasado, el cual fue aplastado por fierros y toneladas de tierra en una obra que se ejecutaba en Las Condes, a cargo de la empresa Constructora Del Sol S.A. Ese día el trabajador Juan Quezada salvó con vida y fue derivado a observación en le mismo centro asistencial. Un tercer derrumbe, ocurrido el jueves 14, también en Nuñoa, dejó al maestro enfierrador Pedro Melipil aplastado por la estructura metálica en la que trabajaba.
El rubro de la construcción tiene la más alta accidentabilidad, cercana al 10%, en el sector inmobiliario. Incluso supera en un 50% al resto del área. El 2005 siete de cada cien obreros sufrieron accidentes con distintas consecuencias mientras trabajaban, según datos de la Mutual de Seguridad. Mientras que A mediados del siglo pasado, en Chile se producía un accidente del trabajo cada 27 segundos, lo que equivalía a una tasa de accidentalidad de un 32%. Hoy esa cifra bordea el 7% anual. El año pasado se perdieron en Chile 3.223.388 días de trabajo por accidentes laborales o enfermedades profesionales.
270 millones de accidentes se suceden anualmente y las enfermedades relacionadas al trabajo suman 160 millones.Cada año las muertes por accidentes laborales o enfermedades relacionadas alcanzan el 3.9% de las defunciones en el mundo. Y el 15% de los casi tres mil millones de trabajadores en el planeta sufren accidentes o se ven afectados por enfermedades.
Pero ¿Dónde queda la clase trabajadora después de esto? La clase trabajadora es asesinada constantemente, no tan sólo a través de las balas de la represión política y de los coludidos intereses burgueses patronales, sino que también van acompañados de esfuerzos políticos y legislativos de precarización laboral que históricamente han ido siendo profundizados o retrocedidos de acuerdo al poder subjetivo que la clase trabajadora haya desarrollado y acumulado.
Hoy mientras la OIT pretende avanzar en campañas que mejoren las condiciones laborales y acaben con los accidentes, la seguridad de los trabajadores está encargada en las manos de sus patrones, de entidades privadas, etc. que ven en la seguridad no un derecho laboral, sino un negocio más del cual usufructuar, del cual sacar ganancias, abaratando los costos en lo posible y entregando mediocridad, sin garantizar nada real a la clase trabajadora.
¿Es que acaso el lobo debe encargarse de cuidar a las ovejas? Los intentos de apelar a la ética del lobo, a la idea de que cese su sed en otro espacio, o que simplemente se dedique a velar por el bienestar de las ovejas, parece ser una contradicción que sólo sigue trayendo desastres para la clase trabajadora. Mientras la idea de la reducción de los accidentes va significando un negocio redondo, ya que la merma de los accidentes implica que el monto de las cotizaciones que debe pagar cada empleador disminuya, por lo que en promedio se paga un 1,8% de las rentas imponibles de los trabajadores(1).
Frente a la muerte de Mauricio Rodríguez, la directora del Trabajo, Patricia Silva, advierte que la nueva normativa de subcontratación entregó mayores herramientas para fiscalizar, “pero es la empresa la llamada a cumplir con la norma sin perjuicio que nosotros fiscalicemos”. La custodia de las ovejas está en manos de los lobos ¿es que acaso el trabajador tiene posibilidades de sobrevivir mientras no se niegue a trabajar? Mauricio había dicho que la tierra se iba a desplomar, pero le dijeron que siguiera trabajando, pero obviamente si el deseaba velar por su integridad el sería despedido. La libertad se cae a pedazos mientras necesitamos vender nuestra fuerza de trabajo.
Desempleo y flexibilización. La salida de la clase patronal es la ‘marginalidad’En las dos últimas décadas han surgido algunas modalidades de empleo distintas de las clásicas, entre las que se cuentan el empleo a tiempo parcial, el empleo temporal y el trabajo por cuenta propia.
Estas modalidades se apartan en una o varias características del empleo “normal” de dedicación plena. La OIT señala que tales modalidades presentan ciertas desventajas, tales como niveles inferiores de seguridad social, de derechos laborales y de remuneraciones en relación a los empleos clásicos, sin embargo no es posible realizar una afirmación concluyente al respecto, puesto que para ciertos grupos tales modalidades podrían reportar condiciones más bien ventajosas (2).
Según investigaciones llevadas a cabo por Abramo (3), la flexibilización del mercado laboral ha provocado una tendencia al aumento de los empleos eventuales, temporales, de medio tiempo, a domicilio y subcontratación, en los cuales la proporción de empleo femenino es significativa. Estos trabajos son muchas veces precarios e inseguros, e implican un aumento de la carga de trabajo, una reducción de las remuneraciones y pérdida de protección laboral.
En éste proceso “las ciencias humanas universitarias se interesaron por la marginalidad y la exclusión, pero no por el trabajador y el trabajo” , dando nuevamente un giro “tras las huelgas de 1995 (Francia), tanto en el campo de la investigación sociológica como en el cine social y en el discurso político… se acordaron de repente del ‘mundo olvidado del trabajo’ y se preguntaron sobre las frustraciones sociales acumuladas” , mientras en la práctica la explotación y la incorporación del trabajo intelectual a la producción aumentaban las contradicciones inherentes a la ley del valor, agudizando la tensión entre la socialización creciente del trabajo y su apropiación privada, “entre el aumento del trabajo concreto personalizado y su reducción, por efecto del mercado, a trabajo abstracto intercambiable” (4) .
Mientras, en la realidad, continúa una teleserie que se transmite desde la ‘vuelta a la democracia’, en donde la flexibilización laboral es presentada como el criterio adecuado para evaluar la procedencia e idoneidad de las normas legales en materia laboral, en el entendido que no debían impedir el necesario desenvolvimiento empresarial en un escenario de economía abierta, marcado por una exigente competitividad. Quienes afirman que esta política a cambiado y que la clase política ha asumido una nueva perspectiva frente a la materia, osa entrar en un terreno movedizo, ya que los intereses objetivos que hoy defienden tanto la concertación como la derecha están coludidos con los intereses de las clases patronales.
La flexibilidad laboral en sus distintas expresiones (por ejemplo en la función, la extensión y distribución de las jornadas o el tipo de contratación) ha estado relacionada, en general, al deterioro de las condiciones de trabajo y a una mayor inestabilidad. Además, dificultan a los trabajadores constituirse en sujetos sociales (5).
Durante estos años de ‘democracia’, dentro del ámbito de las ciencias sociales, han existido esfuerzos contados para analizar las condiciones de la clase trabajadora en Chile que, si pese a ser una fuerza postergada de la sociedad y que “no debiese significar un objeto de análisis”, representa en si una gran mayoría de los/as chilenos/as, representa a la mayoría de personas que hace posible la existencia de la sociedad tal como la conocemos, son partes constitutivas de la producción de la realidad, y en éste proceso, aunque se sufre la tremenda carga histórica de la acumulación capitalista, nadie, pero nadie ha puesto sus ojos con una crítica contundente y de raíz a las contradicciones que se enfrenta la clase obrera en el sistema capitalista, pero mientras los discursos de la eficiencia en la producción, de administración de empresas, de psicología laboral, de sociología de mercado, etc., ha llenado las pantallas de la discusiones curriculares y de gran parte del espacio ideológico de las universidades e instituciones académicas del país. Las ciencias sociales han preferido refugiarse en el meta-mundo de los proyectitos y de la política social al peo, o sea la que ve al trabajador cuando ya está marginado en el campamento y hay que llevarle los beneficios del programa puente, en vez de avanzar en una ciencia social que asuma estos procesos y se ponga a la cabeza en la resolución de las contradicciones sociales.
Mientras esto sucede (la unión de la sociología de política pública/social con la alianza gobierno pro-social/marginal) el debate de la flexibilización se ha usado como un argumento para “beneficiar a la clase trabajadora”, a través de la idea que la misma flexibilización significa mayor número de puestos de trabajo y mayor crecimiento económico. La tan difundida idea ha cobrado sus víctimas dentro de la misma clase trabajadora, pero también ha hecho que surjan algunos cuestionamientos acerca de las mismas características de los empleos creados. Lo que aún no se ha visto es un verdadero cuestionamiento a la lógica de creación de empleos del capitalismo, fuera de los conceptos ambiguos de responsabilidad empresarial y cuanta invención semántica se ha utilizado para disimular las diferencias en los procesos de acumulación en las empresas a nivel internacional.
¿Por qué una empresa debiese contratar un trabajador? Lo debiese hacer cuando posee una necesidad específica en el área de la producción, para incrementar esta o mejorar la misma (cualitativa o cuantitativamente). Aducir a que no se avanza en la superación del desempleo porque no existen las condiciones de crecer económicamente en Chile es una falacia presentada por las mismas condiciones objetivas en las cuales se suceden las inversiones en el país. La idea de la utilización de la legislación laboral como una política de empleo responde a determinados postulados sobre la supuesta rigidez de las relaciones de trabajo y la naturaleza y envergadura de las facilidades que adeuda la norma jurídica al desempeño empresarial. Esto significa en la práctica, como argumento patronal, que se está gastando demasiado dinero en asegurar a los trabajadores un contrato, estabilidad, seguridad laboral, etc., por lo que en vez de tener un trabajador de primera, prefiere tener dos de segunda que puedan hacer el trabajo por mucho menos dinero, para a la vez crecer, bajar los costos, etc., y así acumular ganancias.
La normativa legal si avanza en ésta dirección esta dirigida a reestructura el tiempo de trabajo en Chile de forma sutil. ¿Qué quiere decir esto? se contratarán dos trabajadores para hacer el tiempo de trabajo de uno, esto en la teoría de quién no posee una agudeza clínica en su observación, o lo que significa que en estos momentos un trabajador hace el trabajo de dos trabajadores. Ambas conclusiones no pueden sacarse sin los suficientes datos acerca de las relaciones de producción, pero si podemos señalar que “tenemos un mercado de trabajo con baja empleabilidad, alta rotación, baja productividad y tendencia a la segmentación”. ¿No significa esto que la normativa legal comienza a ser la forma de solucionar el conflicto del desempleo en Chile, y esto a la vez significa una solución de la economía política a la materia a partir de los intereses del sistema político y la clase política en particular?
Estas preguntas han hecho surgir voces de descontento ante lo que es una práctica irracional frente a la clase trabajadora. Uno de los juicios más lúcidos y que sintetiza la discusión se puede leer a continuación:
Si hasta ahora las sucesivas modificaciones legales en materia laboral aplicadas para promover el empleo empresarial se han mostrado ineficaces y, antes bien, han despojado de protección legal al trabajo, es el momento de preguntarse si el reconocimiento de derechos laborales debe seguir cediendo en pro de la urgencia económica por generar nuevos empleos. Si aún hemos de esperar que el crecimiento económico prospere a fuerza de reducir los derechos y a costa, por tanto, de la pérdida de libertad y seguridad en el trabajo ¿cuándo se recuperará la vinculación entre el trabajo asalariado y los derechos que garantizan prosperidad a las personas que viven de su trabajo? ¿Hasta qué punto puede eliminarse la protección sobre el trabajo?(6)
En este diagnóstico parece confirmarse lo señalado por Valenzuela de acuerdo a que “el trabajo a tiempo parcial, fenómeno que es más común en los países industrializados, es asociado a una pauperización invisible, puesto que la remuneración proporcional a las horas de trabajo es inferior a los empleos de jornada completa” (7). Valenzuela afirma que mientras que en estos países el trabajo a tiempo parcial es asociado al subempleo, en América Latina el subempleo toma la forma de trabajos por cortos períodos, con baja productividad.
Lo nuevo a partir de lo que señala Valenzuela, es que la legislación laboral existente vendría a ratificar éste hecho, ya lo hizo con la ley de subcontratación al reconocer la existencia de trabajadores de primera y de segunda, y no por el contrario a transformar esta situación. Se avanza en la conformación de un mercado de trabajo desregulado, en donde se conceden derechos básicos de los trabajadores (negociación colectiva por ramas), para iniciar a la vez una profundización de la precariedad de las relaciones laborales. Esta sería entendida hoy en día como la precariedad de las relaciones laborales se expresaría (1) en inestabilidad, la que se traduce en la tendencia de sustituir a los trabajadores de planta con contratos indefinidos por trabajadores temporales, a plazo fijo o bien subcontratados; (2) en disminuir la parte fija del salario y en aumentar la porción variable vinculada a la producción; (3) en niveles salariales en el mínimo o bajo el mínimo; (4) en la no dependencia de un sólo e identificable empleador; (5) en labores que no se realizan necesariamente en las instalaciones de la empresa; (6) con poca protección a la integridad física y psicológica; (7) con escasa o nula posibilidad de ejercer derechos sindicales y de negociar colectivamente. Estas características se producen básicamente por las siguientes causas: (a) la treciarización de la economía, convirtiendo relaciones laborales en relaciones comerciales, (b) la flexibilización laboral y (c) la subcontratación, como nueva forma de organización de la producción (8).
La revolución de las fuerzas productivas y el trabajo: tecnología y clase obreraEn las últimas tres décadas, la estructuración de la economía internacional ha puesto a las empresas frente al reto de hacerse más competitivas, lo que supone alcanzar cierta capacidad de adaptación a los cambios constantes y abruptos en los distintos mercados. En el caso de la utilización de la fuerza de trabajo, las acciones se han realizado en los ámbitos de (1) la innovación de las formas de organización del procesos de trabajo, (2) la flexibilización del sistema de relaciones laborales y (3) la racionalización de las empresas, refiriéndose ésta principalmente a la adecuación de la capacidad productiva y la gestión administrativa (9).
La revolución de la ciencia y la tecnología ha permitido desarrollar tremendos avances en el marco de la producción, de garantizar mayor y mejor producción, de rebajar los gastos, etc., pero a la vez se ha prometido a la sociedad mundial que esto involucraría ‘el fin del trabajo/esclavo’, por medio de la automatización, para una gran mayoría social que se vería beneficiada por estos avances.
Hoy los gobiernos se concentran en la inversión en significativas sumas de capitales y fondos concursables para proyectos que fortalezcan la ‘innovación’ y fomenten los lazos entre la ciencia y la economía, que desarrollen la capacidad productiva de “las regiones”, etc. Se ha desarrollado todo un discurso que nadie se atrevería a cuestionar dentro de la lógica del crecimiento económico y lo que involucra su causalidad para el desarrollo y la superación de la pobreza. Pero hoy nos atrevemos a hacerlo porque la realidad no da para más.
La promesa que se le ha hecho a la clase obrera a nivel mundial de que iba a dejar de trabajar en condiciones precarias e inhumanas porque la tecnología
y los robots o máquinas remplazarían su trabajo estaba acompañada de la conservación de la propiedad privada y, por lo tanto, de los procesos de acumulación. Esto en la práctica significaba que esta tecnología seguía perteneciendo a unos pocos, mientras que quienes dejaban sus puestos de trabajo y pasaban a incorporarse al desempleo no tendrían ninguna posibilidad de acceder a estos ‘beneficios de la ciencia’, ya que no tenían el capital necesario, ya que perdieron su salario, para poder comprarlo, y por ello mismo, descendían a un nivel de marginalidad provocado por esta misma exclusión de los procesos de producción.
Mientras una clase trabajadora que aún es de carne hueso enfrenta la explotación en la que hoy es la base del capitalismo mundial: China. En Longhua, una fábrica del tamaño de un pueblo donde aparentemente trabajan más de 200.000 personas (aunque esta cifra ha sido debatida), se produce el iPod y el iPod Nano. Sus trabajadores ganan apenas US$50 al mes, trabajan 15 horas diarias, y a cambio se les entrega comida y alojamiento. Eso si, el alojamiento se refiere a grandes salas donde duermen cientos de personas juntas en camarotes apilados unos sobre otros (10). Esto no deja de parecerse a las condiciones que deben enfrentar los trabajadores del salmón en Chile en las tantas plantas de crianza del Salmón en el sur de Chile (11).
Ahora vale la pena preguntarse ¿Es un rol del Estado seguir invirtiendo en tecnología siendo que esta está financiada por todos/as los chilenos/as, mientras que los beneficios siguen siendo privados? Y al mismo tiempo si estos beneficios, privados por cierto, desarrollan procesos de mayor acumulación de capital para algunos y significan desempleo para otros ¿es viable política y socialmente seguir invirtiendo en “mejorar los procesos productivos” sin que estos procesos productivos sean controlados por el mismo Estado o garanticen la incorporación de un mayor número de trabajadores en condiciones de trabajo dignas y humanas?
Cuestionamos básicamente esto, pero significa además avanzar hacia el control de esta tecnología y de los procesos productivos, ¿por qué? Porque hoy la realidad objetiva así lo requiere: requiere una nueva administración y estructuración del tiempo de trabajo, y de la condiciones de propiedad de los medios de producción, pero para esto hoy se requiere que la misma clase trabajadora vaya desarrollando su experiencia en el campo de la lucha de clases y se vaya fortaleciendo subjetivamente, con la formación de un partido de trabajadores, que avance al cuestionamiento del conjunto de las relaciones de producción capitalista.
Jhon Marshall el 21 de junio del 2006 en su ensayo La situación del Trabajo en Chile, ya nos decía que “la probabilidad de que un trabajador pierda su empleo en un horizonte de 12 meses aumentó desde 14% a mediados de los 90 a 24% en la actualidad. Es hora de preocuparse”. Esto obviamente tiene que ver con esta parte de la fuerza de trabajo que está sujeta a ser remplazada en cualquier momento por una reducción de personal, o por la incorporación de nuevas tecnologías en la producción, etc., pero además con la ‘rotación’ excesiva que existe en los puestos de trabajo, en donde, como los derechos sindicales son indefendibles e inutilizables, por lo que el trabajador queda al merced de la voluntad del empleador.
Referencias
1. De esta forma, Chile presenta las tasas de cotización más bajas en comparación con países desarrollados, como Suiza (2,8%), Alemania (2,9%) o Bélgica (3,3%).
2. El Empleo en el Mundo 1996/97: Las políticas nacionales en la era de la mundialización, Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra.
3. Abramo, Laís (1997), Mercados Laborales, Encadenamientos productivos y políticas de empleo en América Latina (LC/IP/R.185), ILPES, Santiago de Chile.
4. Daniel Bensaid. Clases, Plebes y Multitudes. Buenos Aires, 2004.
5. Agacino, Rafael y Magdalena Echeverría (Editores): Flexibilidad y condiciones de trabajo precarias, PET, 1995.
6. Digo López, abogado y profesor de Derecho. En su artículo Legislación Laboral y Resultados Económicos.
7. Valenzuela, María Elena (1997), Equidad de género y trabajo de la mujer en América Latina, Documento presentado a la “Séptima Conferencia Regional sobre la Integración de la Mujer en el Desarrollo Económico y Social de América Latina y el Caribe”, 19 al 21 de noviembre de 1997, OIT, Santiago de Chile.
8. La precariedad como vulnerabilidad .Marek Hoehn. Academia de Humanismo Cristiano. El profesor Hoehn es uno de los cientistas que se ha dedicado de mayor forma a la precarización de las relaciones laborales en Chile con un gran número de artículos y publicaciones.
9. Arze, citado en ¿Qué es la Precariedad? Del profesor Marek Hoehn.
10. Fuente original Diario Mail on Sunday. Citado en http://www.fayerwayer.com/2006/06/ipod-city-trabajadores-chinos-ganan-us50-al-mes-y-trabajan-15-horas-diarias/pagina-3/
11. Así es como hoy los trabajadores de Aguas Claras en Calbuco sostienen una huelga por mejores condiciones de trabajo, mejores salarios, y fin a las prácticas anti-sindicales.
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